Hacer la ruta del Beyu Pen es como salir a jugar: tú vas subiendo por el camino que lleva a Pen y vas mirando a todas partes para encontrar las figuras mitológicas que ideó el escultor Julián Bravo a partir de rocas y árboles. Nosotros no tuvimos mucha suerte porque llovía y, entre la capucha del chubasquero y cuidar dónde poníamos los pies para no resbalar, sólo vimos lo más evidente. De todas formas, la ruta merece la pena por sí misma, aunque no soy imparcial: yo, en otra vida, fui un duende...
(La ruta se inicia en Santillán, Amieva, y se pude ir sólo hasta el bosque o seguir hasta el pueblo de Pen -merce la pena llegar hasta allí, por lo guapo que es y por la gente tan amable que encontramos-)
Una preciosidad de blog, además de una calidad de macro que da mucha envidia... Felicidades, Carmen. Con tu permiso te añado a mi blog. Un saludo desde Gijón. Belén.
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