En agosto de 921, el rey Ordoño II dona a la iglesia de Oviedo, la iglesia de San Miguel situada en Veyo. De la época de su fundación el edificio sólo conserva una celosía, situada en su cabecera. Esta celosía está labrada en piedra caliza blanca de una sola pieza, con dos arcos sobre columnillas en su parte inferior y rosetón en la superior, muy similar a las existentes en San Miguel de Lillo y en San Martín de Argüelles.
En 1884 fue totalmente reconstruirá y nuevamente modificada después de la Guerra Civil.
En sus inmediaciones se conserva un tejo de considerables proporciones.
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