" asturgeografic: El azabache asturiano en el Camino de Santiago

domingo, 18 de octubre de 2015

El azabache asturiano en el Camino de Santiago


El azabache, carbono impurificado del grupo de los lignitos, es un material fósil de origen vegetal. Es negro, compacto, suave al tcto, ligero, bastante duro, y arde produciendo mucho humo.

Foto: Juanrapin, joyería creativa

Los primeros estudios geológicos en Asturias sobre el azabache se deben a Guillermo Schulz, quien en el siglo XIX señala las minas de Villaviciosa, sobre todo las de Villaverde, Careñes y Oles como las productoras del azabache más fino, si bien se podían encontrar yacimientos de no tan buena calidad en otros puntos de Asturias.


Paisaje de Oles (Villaviciosa, Asturias)


Fueron las minas asturianas, cuya extracción siempre fue artesanal debido a la fragilidad del azabache, las que suertieron de este material a los artesanos de Compostela (no hay minas de azabache en Galicia), además de exportar el azabache procesado (figuras de Santiago, veneras, tréboles, sortijas, collares, etc.) cuando el aumento de la demanda impedía que los azabacheros compostelanos dieran abasto para satisfacerla.


Figuras de Santiago
Izda.:  Museo del azabache (Santiago de Compostela); Centro: Santiago con una pareja de peregrinos, Museo Catedralicio (Ávila); Dcha.: Museo de Huesca.


Dado el rigor de la poderosa Cofradía de Azabacheros de Santiago (siglos XV-XVII) con las exigencias respecto a la calidad del azabache que utilizaban y los numerosos pedidos que se hacían a Asturias, cabe concluir que el azabache asturiano era el más reputado, ya que "atraía la paxa" cuando era frotado.


 Bocamina (Oles, Villaviciosa)


Azabache o acebache (en asturiano), acibache o acibeche (en gallego), derivan del árabe azzabag, y también es árabe el primer texto español que se refiere a la virtud del mineral contra el mal de ojo. El médico Bendudaris, que vivió en Zaragoza entre los siglos XI y XII escribe que "en España se ponen los azabaches al cuello de los niños para librarles del mal de ojo". Y según Cazumí, cosmógrafo persa del siglo XIII, el que se viste con algo de azabache está seguro contra la desgracia del mal de ojo.


 Izda.: Ana de Austria (1606), de Juan Pantoja de la Cruz; Dcha.: Los infantes Don Alfonso "el Caro" y doña Ana Margarita (1613-1614), de Bartolomé González y Serrano.


Cronológicamente, fue la venera (Pectem jacobeus, L.) el primero de los objetos que se fabricó en Compostela, cuyo origen precristiano estaba vinculado a creencias supersticiosas que protegían contra el mal de ojo. Según se cita en el Liber Sancti Jacobi, los peregrinos las cosen en sus capas cuando regresan de Santiago como señal de haber realizado el viaje. Eran de auténtica concha al principio, después de metal, y de azabache sólo las portaban los peregrinos pudientes.


Venera de azabache


Hasta la Edad Media era la piedra de azabache en bruto la que tenía propiedades con el aojo, y fue en el Renacimiento cuando se impone la talla en forma de higa (cigua en asturiano y figa en gallego). El "agueyu" fue creencia generalizada en Asturias, así como el uso protector de la cigua, la cual se rompía cuando el portador recibía una maldición.


Anverso y reverso de la cigua
Representa un puño cerrado con el pulgar entre los dedos índice y corazón


El orgien de la higa se puede rastrear hasta Oriente Próximo, ya que en el Antiguo Egipto se utilizaba la representación de la mano, abierta o cerrada, como ahuyentadora de serpientes. También en Roma se utilizaba la mano, cerrada en forma de higa, pero como la postura de los dedos era variable y podía significar insulto, fue prohibida por la iglesia durante la Edad Media, aunque siguió utilizándose.


Izda.: La infanta Margaríta (1655), de Diego Velázquez; Dcha.: Felipe Próspero (1660), de Diego Velázquez

(Detalle)


Aunque la referencia documental más antigua al azabache asturiano se remonta a las ordenanzas gallegas de finales del siglo XIII, cuando empiezan a instalarse los primeros talleres en Santiago, es en el siglo XV cuando se afianza la azabachería, constituyéndose la Cofradía de Azabacheros de Santiago (1443), cuyas ordenanzas regulaban todo lo relacionado con este oficio, siendo el siglo XVI el de mayor apogeo de la industria. Un siglo más tarde, las epidemias, las guerras y los cismas religiosos europeos dificultan las peregrinaciones, provocando la disminución de pedidos desde Santiano y contribuyendo al declive de la extracción de azabache, que se fue abandonando paulatinamente.


[...] hice voto
de visitar el sabrado
sepulcro de nuestro Apostol [...]
vuelvo agora [...]
[...] publicando
mi devoción en las conchas,
veneras y santiagos
de azabache y de marfil [...]

"La romera de Santiago" (1670), de Tirso de Molina





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