El palacio de Miraflores fue construido en 1567 por Gabriel de Lorenzana, Regidor de Oviedo y del Concejo de Siero, casado con Clara Argüelles. Ambos fundan el Hospital de Pobres y Peregrinos; a éstos últimos se les proporcionaba alojamiento durante tres días, así como luz, leña y sal. El matrimonio, que no tuvo hijos, hace testamento en 1589 estableciendo que quien los herede, habrá de hacerse cargo de los bienes del palacio así como de la distribución de sus rentas entre el Hospital y las dotes de las jóvenes pobres de las parroquias de Noreña, La Carrera y Celles, nombrando como administradores a los Obispos de Oviedo.
Al morir el matrimonio Lorenzana-Argüelles, las propiedades pasan a manos de sus sobrinos, quienes también mueren sin descendencia. Como los administradores gastaban en reparaciones y otros pagos más de la mitad de las rentas que producían las fincas, el prelado decide dar los bienes al mejor postor, siendo adjudicador a Francisco de Pola Argüelles, Deán y Canónigo de la Catedral.
A través de los años y tras sucesivas herencias, el palacio de Miraflores pasa a manos de Josefa María Pola Navia de San Joaquín, que se casa con su primo Manuel Jacinto de Acevedo y Navia, militar que se retiró a Miraflores con el grado de Mariscal de Campo, motivo por el que a Josefa se la conoció como “La Mariscala”, mujer dulce y pía que proporcionó ayuda a los pobres en épocas de penuria provocadas por las malas cosechas.
El matrimonio tuvo seis hijos, el último de los cuales fue una niña. El primero de los hijos, Vicente María, militar, luchó al lado del general Riego y murió a los 48 años en Palencia. El segundo, José María Francisco de Borja, también militar, ingresó en la orden Carmelita siendo conocido como Padre Cadete, y fue el último eremita de las Batuecas, donde vivió y murió en el tronco de un alcornoque; por este motivo se instruyó un expediente para tramitar su canonización, pero todos los documentos se quemaron durante la guerra civil y el asunto quedó en el olvido. El tercer hijo, Antonio María, también fue militar. El cuarto, Manuel María, formó parte de la última Junta General del Principado de 1835; falleció en Oviedo y sus cenizas fueron trasladadas a Miraflores. El quinto, Joaquín María del Pilar, también fue militar, reconocido por su valor y santidad.
La sexta, María Concepción, que quedó como dueña de Miraflores, soltera y sin hijos, vivió siempre con su prima Carmen del Busto y Pola, y junto a ellas pasó sus últimos años su primo D. Álvaro Flórez Estrada de la Pola, ilustre escritor y economista. Al final de sus días, María Concepción dispuso que se erigiera una lápida sepulcral en memoria de todos sus hermanos que actualmente está colocada en el zaguán, a la izquierda de la puerta que daba acceso a la sacristía y a la capilla:
D. O. M.
A la muerte de D. Concepción en 1880, su prima Carmen Busto y Pola recibió en usufructo los bienes de Miraflores. Como ésta también murió sin descendencia, el palacio de Miraflores pasó por herencia, en el transcurso de los años, a sucesivos miembros de las familias Busto y Hormaeche.
Ya en la guerra civil, el palacio fue convertido en depósito de municiones, por lo que hubo un intento de ser destruido. Sin embargo, se salvó gracias a que el mecánico de vuelo en el avión encargado de bombardear el palacio, que era de Noreña, arrojó las bombas en sus proximidades porque “no pudo identificar el lugar”.
En 1941, el palacio y bienes de Miraflores fueron comprados por José Menéndez Cabeza. Aunque cambió de propietario, el palacio de Miraflores continuó siendo Reformatorio del Tribunal Tutelar de Menores, dependiente del Ministerio de Justicia, ya que el existente en Oviedo había sido destruido en 1936. En la actualidad, el palacio pertenece a la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias, siendo destinado a Casa Infantil y Juvenil.
(Fuentes: Ayuntamiento de Noreña y otros)
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