La portada románica de la antigua iglesia de San Isidoro fue
reconstruida y reaprovechada en 1926, en lo que fuera la huerta del
convento de San Francisco. Tras la desamortización de Mendizábal, los
terrenos vinculados al huerto y jardín del convento franciscano pasaron a
manos del municipio, quien lo cedió a la Universidad en 1846 para ser
convertidos en un jardín botánico y un lago, lo que actualmente
conocemos como el Campo de San Francisco, Oviedo.
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