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martes, 30 de agosto de 2016

Castro de El Freillo o El Raso


 La Vera desde el castro

La muralla, adaptada al terreno, rodea completamente el poblado, a excepción de la zona oeste, donde las acusadas pendientes dificultan el acceso directo. Para una mayor protección y como elemento de vigilancia, se dispusieron hasta doce torres a lo largo del lienzo sur que da vistas al valle

La organización de un completo sistema defensivo que protegiera el poblado fue una de las máximas preocupaciones de sus habitantes. 
Además de levantar la muralla en la zona este, la más desprotegida y elevada, se dispusieron dos fortines que actuaron como elementos de vigilancia y choque previos a los ataques. Uno de ellos, El Castillo, de forma trapezoidal y adosado a la muralla, supone la fortaleza de mayor tamaño de todo el conjunto. El Castillejo, la torre de planta rectangular y aislada del recinto, era el primer elemento que tenía que salvar el atacante. Completaba la defensa un gran foso exterior que rodea por completo el castro.

Una de las entradas al recinto fortificado es una simple interrupción de la línea de muralla

En las excavaciones arqueológicas aparecieron abundantes muestras de escorias y crisoles, resultado de la fundición de metales en el castro. El trabajo del hierro alcanzó un gran desarrollo. Con él se fabricaban los útiles y herramientas necesarias en las labores agrícolas, madereras o de cantería, así como el armamento (puñales, cuchillos o espadas). El bronce quedó relegado a los pequeños objetos de adorno personal: fíbulas, pectorales o broches de cinturón; y los metales nobles (oro y plata) se reservaron para la joyería de lujo: pendientes, diademas, collares y brazaletes.


La habitación principal de una casa era la cocina, en ella se realizaban tareas domésticas (cocinar, moler y tejer), utilizándose también como dormitorio. En el centro destaca el hogar, una plataforma de barro donde se hacía el fuego. Un banco corrido, adosado a la pared del fondo, se utilizaba como asiento y varar. 
Las costumbres de las gentes que habitaron el poblado han llegado a nosotros gracias al historiador grecorromano Estrabon, quien describió: “comen sentados sobre bancos construidos alrededor de las paredes, alienándose en ellos según sus edades y dignidades; los alimentos se hacen circular de mano en mano…”


Las piezas cerámicas más abundantes que se han encontrado son las tinajas y orzas que servían para el almacenamiento de cereal, frutos, harina y líquidos. También se han localizado vasijas relacionadas con las labores culinarias y el servicio de mesa.

Reconstrucción de dos viviendas
Los materiales empleados en las construcciones domésticas fueron el barro, la piedra y la madera. Todas las viviendas poseen un zócalo de mampostería a base de piedras y barro (únicos restos visibles en la actualidad) sobre el que se levantaban paredes de tapial revestidas con un enlucido. En ellas se intercalaban pies derechos de madera como refuerzo, y con objeto de sujertar el tejado. La techumbre estaba formada por un entramado vegetal mezclado con barro que apoyaba directamente sobre el armazón de vigas de madera. Los suelos eran de tierra apisonada.


Los vettones fueron uno de los pueblos indígenas que habitaron la Península Ibérica en el final de la Edad del Hierro (siglos V al II a.C.). Según fuentes antiguas, su territorio era el de las actuales provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca y parte de la de Toledo. Dedicados a un economía agrícola y ganadera, habitaron en lugares altos con buena visibilidad, reforzados por potentes murallas, sobre todo desde el siglo III a.C.
Desarrollaron una cultura de tipo céltico, no utilizaron la escritura y participaron activamente en la oposición a la conquista romana desde su forma típica de asentamiento: los castros.
El castro de El Freillo es un importante testimonio de la cultura vettona. Fue construido en una elevación situadas entre la sierra de Gredos y el valle de la Vera, y habitado entre los siglos III y I a. C., momento en el que los vetones son sometidos al dominio romano, comenzando el abandono progresivo del poblado para trasladarse a las zonas llanas del valle.


Este castro está en las proximidades de la localidad de El Raso, en la provincia de Ávila.





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